Esta tarde he estado haciendo algo de arqueología informática. Tengo un portátil algo viejete y que solo funciona conectado a la corriente porque ni siquiera tiene batería (lo hace que me cuestione si realmente debería llamarle portátil). La cuestión es que estaba ya por jubilarlo cuando he caído en la cuenta de algo: es el único ordenador de casa que tiene lector de CD.
Mis datos importantes los tengo almacenados en discos duros, memorias USB o tarjetas SD. El contenido de este CD era lo único que seguía estando solo en dispositivo óptico y hoy me ha dado por rescatarlo y hacer una copia.
No he tenido hijos (que yo sepa) pero sí he plantado arboles y he escrito un libro. Autoeditado y (mal) escrito a vuelapluma, pero un libro al fin y al cabo. Si me conoces desde hace más de 10 años quizá te suene mi “Historia del metro”. Si estabas en mi círculo digital cercano de aquellos años 2008-2009 tan convulsos emocionalmente para mí, quizá tengas incluso una copia. Que la conserves ya sería un milagro.
El relato no vale mucho la pena. Es la historia de un flechazo en una estación de metro y la relación que surge de allí. Lo verdaderamente bonito fue lo que motivó que escribiera un capítulo diario durante 15 días y cómo cambió mi vida el día que se desvela el nombre de la protagonista femenina. Pero eso es otra historia y será contada (o no) en otra ocasión.
Todos los capítulos tenían como título una canción. “Bruixeta”, del grupo Minimal 21, no aparece en el libro pero es el cierre perfecto para esa historia. Si no la conoces, tienes el enlace en mi bio.
13 años…