Así, de buenas a primeras, un día decidí publicar diariamente una foto y un texto en Instagram. La casualidad quiso que fuera en lunes y por los pelos no coincidió en 1 de enero. Desde entonces he faltado a esta cita en 3 ocasiones (que pienso recuperar en algún momento de este primer trimestre del año) y ninguna de ellas fue por falta de inspiración, sino por falta de ganas de ponerme a teclear. De ahí que sea tan importante establecer rutinas como decía ayer.
Para iniciar un proyecto como este es buena idea tener un cajón de ideas (valga la rebuznancia) de las que tirar cuando no sabes sobre qué escribir. En mi caso no hay cajón y hoy estaba huérfano de inventiva.
Idea = bombilla. ¿Cómo de deben ver las bombillas de la lámpara de mi mesa desde abajo?
Esa ha sido mi inspiración para hoy. Después de pensar si era o no buena idea sacar esta foto con la cantidad de polvo que tienen las bombillas, me he decidido a hacerlo. Después de unos disparos ha salido esto.
Cambiar la perspectiva es necesario. Mirar las cosas (físicas o no) desde otro punto de vista nos ayuda a encontrar matices que nos pasan desapercibidos en nuestra manera habitual de afrontar la realidad.
Obligarse a pensar diferente ayuda a encontrar soluciones, a empatizar, a respetar, a entenderse… Es muy importante y, en estos tiempos de burbujas de pensamiento, complicado a la vez. Pero hay que atreverse. Sin miedo. Nos ha tocado vivir tiempos convulsos en los que hace falta gente que sepa adaptarse y pensar diferente.
Qué curioso. Empieza a sonar 1995, de Ólafur Arnalds. Un tema que no me dice nada de un compositor que me aluciflipa. Curioso que a inicios de 1995 me viera obligado a plantearme la vida desde otro punto de vista.