Ayer cerró sus puertas la Sala Rúas de Laredo. Hace mucho tiempo que no pasaba por allí, pero en sus inicios me aficioné a asistir a las inauguraciones de sus exposiciones. Luis, Toño y Azucena siempre montaban un sarao y era interesante comentar la jugada con amigos y conocidos allí. Normalmente solía ir otro día para ver la exposición con calma y así poder disfrutar de las obras.
Más tarde se convirtió en el punto de encuentro del curso de fotografía que impartió @elreylagarton. Allí aprendí a miras, y coincidí con la que más tarde sería profesora de infantil de mi sobrina, y con un tipo que por aquel entonces empezó a hacer cosas muy interesantes en Instagram con contraluces, reflejos en los charcos de la Puebla Vieja y esferas de cristal. Un tal @arridj. Joder…
En esa calle de Enmedio, justo al lado de la puerta de la Sala Rúas, hice la primera foto de la que me sentí orgulloso.
Gracias a su ciclo de artistas laredanos descubrí que Laredo es una Villa con muchísimo talento por metro cuadrado. Fotografía, pintura, escultura, poesía… incluso body painting. El festival de artes paralelas utilizó la sala dos años consecutivos y para mostrar de principio a fin cómo es una sesión de body painting. Y durante una de ellas hice la segunda foto de la que me sentí orgulloso.
¿Por dónde podrá desbordar ahora la creatividad de Laredo?