La privacidad de nuestras ‘inocentes’ aplicaciones
Domingo 25 de agosto. 7 de la mañana. Oriol, Isa y yo nos dirigimos a mi coche para llevar al primero al aeropuerto Seve Ballesteros. Pero, oh campos de soledad, oh mustios collados (como diría Guillermo Fésser en tiempos de Gomaespuma) la rueda delantera derecha de mi León estaba totalmente …