Es un misterio y Facebook no termina de desvelarlo. A todos nos ha pasado. De repente, un buen día, aparece en el Gente que puedes conocer la foto de una exnovia, o amigo, con los que hace años que no tienes ningún tipo de contacto. ¿Cómo sabe realmente Facebook que aquella persona puede resultar de tu interés?
Así comienza este artículo de El Confidencial y que recomiendo leer si aún crees que Facebook solo es una red social donde compartir fotos, frases de Paulo Coelho y alguna que otra indirecta a gente a la que le tienes manía. Recordemos que tenemos acceso a esa red soial desde un teléfono que llevamos en el bolsillo y que es capaz de enviar nuestra posición exacta. Un teléfono donde tenemos todos nuestros contactos (WhatsApp es propiedad de Facebook desde febrero de 2014, por si no lo sabías) y que guarda la ubicación de nuestras fotografías (por cierto: Instagram también es de Facebook). Cruzando todos esos datos, sumados a los que damos nosotros como puede ser los sitios en los que hemos trabajado, los centros educativos en los que hemos estudiado… ¿no es fácil cruzar datos y llegar a coincidencias? Por supuesto que sí.
Hace unos meses me sorprendió ver un mensaje en mi iPhone al entrar en el coche. Me decía que tardaría unos 13 minutos en llegar a casa. ¿Cómo sabe Apple que voy para allá? Pensé que es lo lógico. Día laborable, horario de cierre de oficina… Pero más curioso todavía resultó que otro día laborable me notificó que estaba a 35 minutos de casa de mi pareja. Y, ciertamente, acertó.
Nuestros patrones de comportamiento sumados a la cantidad de datos personales que damos a cambio de disfrutar ciertos servicios suponen un volumen de información brutal. La suministramos a unas empresas que, después, la venderán a los anunciantes de sus plataformas para que puedan obtener un mayor rendimiento en su publicidad.
Ya no somos sólo átomos. También datos. Y no los valoramos tanto como ellos.