Publicaba ayer Ana Santos en eleconomista.es un interesante artículo acerca de si las empresas deben planear estrategias de presencia, comunicación y venta basadas en redes sociales o por el contrario… bueno. De hecho, no plantearse entrar ese mundo se responde con un par de preguntas que ella misma hace:
¿No es demasiado lujo rechazar a millones de usuarios? ¿no es demasiado osado rechazar a una generación que ya se asoma o se asomará más a la ventana del mundo de la red que a la puerta de un establecimiento?
Yo, como ella, también soy netpredicador. He visto y he palpado los beneficios de tener una buena comunicación y atención al cliente basado en la presencia en Facebook y Twitter. Y no solo ahí, sino también en otras redes sociales más específicas del mundo de la hostelería como pueden ser Foodspotting, Forkly y TripAdvisor. Pero, además, soy socialbeliever. Estoy convencido que todos estos entornos que nos permiten compartir, opinar e interactuar con otros usuarios, o mejor dicho, personas, nos está haciendo abandonar la reclusión y aislamiento al que nos hemos autosometido los ciudadanos de grandes ciudades. Hemos vivido una etapa fomentando el individualismo y la competitividad, y ahora empezamos a ser conscientes de que compartiendo podemos ser mucho mejores. Descubrir Kronet, una comunidad de enfermos crónicos, familiares y cuidadores que comparten experiencias y consejos, hace que sea imposible no creer que algo está cambiando. Comenzamos a dejar a un lado el miedo a decir lo que nos ocurre para que otros nos digan lo que ven y como creen ellos que podemos seguir adelante.
Inteligencia colectiva. Expón tus problemas, que siempre habrá más gente dispuesta a ayudarte a solucionarlos que personas que quieran aprovecharse de esa debilidad. Deja que las opiniones de otros te muestren el camino para mejorar. Escucha a todos, localiza las verdades de aquellos a los que les importas e ignora a los que no te quieren. Analiza consejos, decide, toma acciones y explica los por qués si lo crees necesario.
Y si vemos claro que este proceso nos puede ayudar a nuestro crecimiento como personas, ¿por qué no aplicarlo para mejorar también nuestras empresas? Ahora tenemos la oportunidad de escuchar.