Es un viernes cualquiera de marzo. Me despierto, y lo primero que hago es consultar mi TL de Twitter. En él, como cada mañana, busco los versos insomnes que hayan podido dejar @unmardepalabras y @almadetinta. Después de lanzar un “Buenos días” al mundo (en pocas ocasiones, ciertamente. Debo reconocer que soy mal educado) repaso los trinos tempranero de @tguemes sobre tecnología y mientras avanzo me encuentro con los primeros bostezos de @oscmon para dar casi la bienvenida al fin de semana. Pero esa risa queda rota cuando leo el anuncio de @marilink: “Terremoto de 8.9 en Japón”.
Mi amiga Cris no tiene Twitter, pero le envío un mail y me responde al momento para decirme que en Osaka no ha sido tan grave, pero que fue una sacudida prolongada y mucho más fuerte que las habituales. Leo que @cindyroma, desde la costa oeste de los Estados Unidos, está preocupada por un posible tsunami y me pregunta por cómo se ha vivido en Japón. Y le doy la información que me facilita Cris. Por un momento pienso que la ola Osaka-Liendo-California es infinitamente más rápida que el tsunami.
Avanza la mañana y @earcos me presenta a @kirai mediante un RT suyo en mi TL. ¡Bestial cobertura la de este pollo tuiteando la experiencia en directo! No me extraña ver después a @informativost5 preguntándole si puede ponerse en contacto con él. Y Eduardo poniendo a disposición su influencia y seguidores para ayudar. Cómo corre esto…
Evidentemente no fue un viernes cualquiera. Fue anteayer, 11 de marzo. De todas maneras, ese es mi TL. Esa es la gente que puebla mi cuenta de twitter, por no hablar de mis “sospechosos habituales” como @cosechadel66, @PilarZ, @a_leibovitz, @Yoriento, @kurioso, @Luz_Martin, @pixelillo, @dreig, @juanpt y el omnipresente @BlogdeBori (por solo mostrar algunos ejemplos). Parece evidente, pues, que mi twitter no es el mismo que el de @delia2d, autora del artículo “Twitterrevolución” y que ha creado una oleada de reacciones bajo los hashtag #twitterrevolucion y #elpationoeseso. Y me parece frustrante que se centre la divulgación del uso de esta herramienta con el hecho de poder estar al corriente de lo que hacen los famosos o de lo que puede afectar el corte de pelo de @justinbieber a su número de seguidores. Rodearse de celebridades no es rodearse de un mundo real. También los sigo, claro. Me gusta @Berto_Romero, adoro a @iniesta8, me río con @cap0 y @vedellconsagrat y sentí unas cosquillitas un día que @josecorbacho me respondió a un tuit. Soy humano y víctima de la sociedad actual. Pero creo que Twitter ofrece muchas más alternativas para que uno se limite a replicar en su TL lo que ve por la tele.
¿Sabrán los lectores de @el_pais que desde un dispositivo móvil pueden verse los tuits que se han lanzado más cercanos a donde te encuentras? ¿O que se pueden hacer búsquedas por hashtags o temas de interés? ¿Que se pueden hacer tertulias sobre cine en #CineCT o que algunas radios habilitan hashtags para comentar partidos con los oyentes (como es el caso de #frac1)? ¿Que #seisPalabras contiene algunas perlas o que cada sábado #clubSeis nos invita a crear textos que giren alrededor de una palabra? ¿No será mejor promocionar esta herramienta diciendo que se puede usar para lo que cada uno quiera? ¿Sin limitaciones?