La privacidad de nuestras ‘inocentes’ aplicaciones

Domingo 25 de agosto. 7 de la mañana. Oriol, Isa y yo nos dirigimos a mi coche para llevar al primero al aeropuerto Seve Ballesteros. Pero, oh campos de soledad, oh mustios collados (como diría Guillermo Fésser en tiempos de Gomaespuma) la rueda delantera derecha de mi León estaba totalmente desinflada. Solución de emergencia: irían ellos dos al aeropuerto con el coche de Oriol mientras yo solucionaba la historia.

No podía acceder a la guantera así que opté por la solución más rápida para tramitar el cambio de rueda con mi compañía de seguros: bajarme su aplicación para móvil. Una vez introducido mi usuario y contraseña selecciono mi póliza y, oh sorpresa, veo entre las opciones disponibles la de avisar a una grúa para que me cambien una rueda. No lo dudo y la utilizo.

Un simple movimiento del dedo me ha ahorrado el tiempo de buscar el número de teléfono de mi compañía de seguros. Que me pasen con un agente, darle mis datos, explicarle lo ocurrido y lo que necesito, y buscar la dirección en la que estoy para que lo comuniquen a la grúa… La aplicación lo ha hecho todo por mí, ya que he permitido que use mi GPS. Mi rescatador podrá acceder a la posición exacta en la que me encuentro.

Todo por la comodidad de ahorrar tiempo y, porque no decirlo, evitar una conversación con una persona a esas horas de la mañana. Algo muy propio de la que se ha llamado ‘generación mute’ (no hay nada como poner nombres cool a las generaciones). Según el informe Sociedad Digital en España 2018 publicado por Fundación Telefónica, el 96,8 % de los jóvenes españoles entre 14 y 24 años utilizó el WhatsApp como canal preferente para comunicarse con familiares y amigos.

Pero volvamos al tema en cuestión. Me cambiaron la rueda. La aplicación funcionó a la perfección, pero antes incluso de que el operario pusiera en marcha su grúa yo ya le había quitado el permiso para acceder a mi localización. ¿La razón? No quiero que mi compañía de seguros sepa dónde estoy a cada momento.

Quizá seas de quienes sostiene que «No me importante que las empresas sepan lo que hago. «No tengo nada que esconder». Y lo respeto. Pero no lo comparto. A mí no me hace gracia que mi compañía de seguros sepa dónde estoy a cada momento porque eso implica saber a la velocidad a la que me muevo. O si suelo dejar el coche en una zona de carga y descarga los sábados. O si frecuento vías que tienen puntos negros de accidentes.

Y ahora, ¿te da igual lo que las empresas sepan de ti?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *