He seguido los Juegos Olímpicos de Río mediante las redes sociales, y me ha resultado curioso comprobar cómo las noticias de las medallas que iba consiguiendo la delegación española se intercalaban con la indignación de muchas de mis conocidas por el lenguaje machista de ciertos artículos.
Ahora llegan los Paralímpicos, y lo que más repercusión tiene desde la inauguración es el salto de Aaron Fortheringan, el baile de Amy Purdy y el «desafortunado» tuit de la cuenta oficial de Río 2016 en español. Y yo, si me permitís el chiste, me descojono.
Los «cascaos» de ahora no somos como los de antes. Quizá ellos aceptaban mejor la condescencia, no les importaba ser los «pobrecitos» que necesitaban todas las atenciones o se sentían desgraciados cada vez que alguien les recordaba que tenían una discapacidad. Nosotros, los «rodantes» de ahora, somos más visibles y hemos crecido con el mantra de que debemos quitarnos la silla de ruedas de la cabeza para ponerla donde debe estar: debajo del culo.
Y sí: he dicho ‘descojono’ y ‘culo’. Basta ya de ser buenistas o de adoptar un lenguaje políticamente correcto. Que se diga desde una cuenta de Twitter que hay que ponerse de pie para escuchar el himno paralímpico debemos interpretarlo como lo que es: una muestra de respeto. Porque, sinceramente, a los que llevamos más de 20 años sin poder levantarnos nos ha costado mucho ver por qué se ha montado tanto revuelo con esa frase. Yo, cuando por fin me he dado cuenta, me he reído mucho. Y parece ser que no soy el único.
Por favor: igual que el colectivo feminista hemos pedido que se respete el esfuerzo de las mujeres en su deporte, desde mi silla pido que tampoco se les califique como héroes a los deportistas que este mes de septiembre están compitiendo el Río. El spot de los «súperhumanos» que ha hecho una cadena de televisión británica está muy bien para lo que es: dar visibilidad, llamar la atención y mostrar que podemos ser deportistas igual que cualquier otra persona. No pedimos más que a lo que se ha dado a los teloneros de los Paralímpicos, si es que la prensa deportiva tiene a bien dedicarnos algún hueco. Solo queremos un trato igualitario. Y si es posible, también en el pago por medallas.
Y hablando de competir en igualdad de condiciones: ¿alguien sabe cuántos preservativos se han repartido en la Villa Paralímpica?