Cansado

—A este chico lo podemos llevar hasta la zona VIP, ¿verdad?

—En principio no, pero no habría ningún problema.

Enigmática respuesta, ¿verdad? Bueno. Os voy a poner en antecedentes. El miércoles 4 de septiembre acudo a la rueda de prensa de presentación de la prueba del Madison Beach Voley Tour que se celebró este fin de semana en Laredo. A la hora de recoger las acreditaciones para cubrir las pruebas, pregunto si voy a poder acceder con la silla de ruedas. Es algo automático. Instintivo. Vosotros, la «humanidad ambulante», dais por echo que podéis ir a todos los sitios sin problemas. A nosotros, los usuarios de sillas de ruedas, nos pasa todo lo contrario. Asumimos que, por norma, nos vamos a encontrar problemas. Y aunque nos digáis que se ha pensado en los accesos, como fue este caso, seguimos teniendo nuestras reservas.

Estamos acostumbrados a sentirnos mercancía al subir en montacargas a algunos lugares, a entrar a restaurantes desde la cocina, a ver una película en el cine desde el lateral de una de las primeras filas, a jugarnos la vida y las espaldas de nuestros porteadores cuando nos tienen que subir las escaleras de acceso a una iglesia, o a comer de lado en una mesa porque es tan baja que las rodillas no entran por debajo. En mi caso lo he llevado con paciencia y toda la naturalidad y comprensión posible, pero el agotamiento del trabajo de este verano, sumado a la visualización de lo que, probablemente, hubiera tenido que vivir este fin de semana para fotografiar el voley playa me ha obligado a decir «hasta aquí».

Las previsiones climatológicas no eran las mejores estos días, pero aún así quise acercarme para ver cómo podría fotografiar los partidos y de qué manera podría acceder a la pista. La idea de la organización era usar la pasarela de la playa y, a partir de ahí, que alguien me ayudara. Recordemos la combinación y, por favor, visualizadla: silla de ruedas + tipo de unos 80-90kg + arena de playa seca. Cuando pregunto si lo que piensan es dejarme sobre arena de playa (seguid imaginando qué puede ser eso), se dan cuenta de la situación. Es entonces cuando se dan la pregunta y respuesta que encabezan el post.

Y sí. Es cierto. Tener dificultades de movilidad en ocasiones provoca que disfrutes de una entrada VIP a coste de una normal. En este caso, la zona exclusiva estaba situada en el extremo opuesto de la pista al que se encuentra la entrada. Así que solo imaginarme porteado por dos personas, cual César paseándose por delante de las gradas, me hizo descartar automáticamente mi asistencia. Con el agravante, claro está, de tener que avisar en caso de querer abandonar la instalación y esperar a que llegaran.

Después de más de 18 años de vivir estas situaciones, estoy cansado. Demasiado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *